El anuncio del gobierno que suspende las medidas que generaron las protestas no lograron calmar a los “chalecos amarillos” que preparan una nueva jornada de lucha el próximo sábado.
El anuncio del gobierno de Emannuele Macron, que suspende el aumento del combustibles y otras medidas con el objetivo de "apaciguar" la situación del país, según las palabras del primer ministro Édouard Philippe, no parece haber logrado su objetivo.
"Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación", sentenció Philippe, encargado informar la suspensión por seis meses de un proyecto que Macron había prometido llevar hasta el final.
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Sin embargo la suspensión de la medida durante seis meses y el supuesto debate sobre las "medidas de acompañamiento" sociales que permitan un eventual incremento, han sido mal recibidas por los “chalecos amarillos”. Incluso los sectores que se habían mostrado proclives a un dialogo con el gobierno creen que la respuesta no está a la altura de las expectativas de los franceses. "Necesitaba medidas fuertes y visibles. Estas son las medidas para ganar tiempo", dice Yves Garrec en Toulouse. "Dudo que el movimiento se quede ahí" según cita el diario tradicional de la derecha francesa, Le Figaro.
El portavoz principal de "chalecos amarillos", Benjamin Cauchy también cree que los anuncios son insatisfactorios. "Los franceses no quieren las migajas que les dé el gobierno. Quieren la baguette" le aseguró Cauchy a Le Figaro.
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Ese medio francés que tradicionalmente expresa a la derecha gala refleja como en el movimiento de los “chalecos amarillos” la juventud a comenzado a tomar un papel de vanguardia remplazando a aquellos que iniciaron el movimiento. Esto se vio en la última manifestación del sábado en París y según Le Figaro surgirán nuevos manifestantes. Jonathan Jolivot de Vannes, quien hasta entonces se había negado a ir a la capital le aseguró al diario que "Esta vez, voy", dijo, más determinado desde los anuncios de Edward Philippe. "Habría tomado medidas más visibles. Restaurando la ISF, indexando el salario mínimo aumentando en el poder de compra y cancelando impuestos", dice.
Si bien algunos grupos de "chalecos amarillos" aceptaron la moratoria como un gesto del gobierno y levantaron el bloqueo sobre refinerías en Bretaña, en el noroeste de Francia, otros consideraron que la congelación del alza de las tasas está lejos de sus objetivos y prometen seguir en las rotondas y autopistas del país.
"Nos oyen, pero no nos escuchan. Esa moratoria anunciada es una broma. Creen que desinflarán el movimiento, pero no. Lo vamos a endurecer", dijo a la agencia Efe en Le Puy en Velay (centro de Francia) Dominic, jubilado de 61 años, padre de dos hijas y con una pensión de unos 1.600 euros después de haber cotizado durante 42 años.
Benjamin Cauchy, portavoz de un sector de los “chalecos amarillos” aseguró que los franceses quieren un cambio de rumbo en la política de Emmanuel Macron. "Si no puede, debe llevar a los franceses de vuelta a las urnas" y remarco que "No debemos temer una manifestación el sábado en París, porque se llevará a cabo".
Siete de cada diez franceses apoyan la protesta de los "chalecos amarillos"
Este martes también se conoció una encuesta del instituto demoscópico BVA de la que se desprende que siete de cada diez franceses apoyan las reivindicaciones de los "chalecos amarillos" y consideran además que la política económica emprendida por el Gobierno es inadecuada
La encuesta, efectuada el lunes y martes entre 1.177 ciudadanos, apunta que el porcentaje de quienes apoyan a los manifestantes ha crecido seis puntos desde noviembre, hasta el 71 %, mientras la desaprobación de la política económica del Ejecutivo llega hasta el 75 %, quedando Macron con una aprobación muy baja, del 20%, cuando aún le quedan 4 años de mandato.
Las movilizaciones de los “chalecos amarillos” le impusieron un primer retroceso al Gobierno que esperaba desactivar el movimiento con el anuncio de la suspensión de los aumentos al combustible. El problema para el oficialismo es que respondió a las exigencias del 17 de noviembre, día en que empezó la protesta, pero las demandas que se expresaron el 4 de diciembre iban más allá dificultando la vía de salida a la mayor crisis de la era Macron.
Las reacciones de diversos sectores de los “chalecos amarillos” preanuncian que Francia volverá a vivir un sábado "caliente" el 8 de diciembre, para cuando están convocadas nuevas manifestaciones en todo el país.
Preparandose para esto el ministro francés del Interior, Christophe Castaner, anunció que se movilizarán "fuerzas suplementarias" respecto a los 65.000 efectivos desplegados en Francia el pasado sábado, que reprimieron ferozmente a los manifestantes aunque estos últimos demostraron una gran fortaleza para enfrentar a la policía.
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