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Red Internacional

Alberto Fernández cuestionó el endeudamiento durante el gobierno de Macri pero no anunció ningún tipo de auditoría de la deuda. Afirmó que "el país tiene la voluntad de pagar". También adelantó que el tratamiento del Presupuesto una vez que se haya terminado la negociación de la deuda.

Martes 10 de diciembre de 2019 | 23:28
Foto: EFE / Juan Ignacio Roncoroni

En su discurso de asunción en Diputados, el presidente Alberto Fernández afirmó este martes que "el país tiene la voluntad de pagar" y que presentará un nuevo Presupuesto Nacional una "una vez que la instancia de negociación de la deuda haya sido completada".

La deuda pública asciende a U$S 311 mil millones; en los últimos 4 años se incrementó U$S 70 mil millones (30 %), principalmente su composición en moneda extranjera.

Los vencimientos de deuda de los próximos meses son impagables, y también lo son los acumulados en los próximos años, de más de U$S 200 mil millones. La deuda pública, y externa, es si dudas el tema central de la economía y la mayor restricción y condicionalidad que tiene el gobierno entrante.

"La Nación está endeudada, con un manto de inestabilidad que desecha cualquier posibilidad de desarrollo y que deja al país rehén de los mercados financieros internacionales", expresó el mismo Fernández. Y agregó que "la deuda externa en relación al PBI está en su peor momento desde el año 2004".

El presidente criticó el endeudamiento del macrismo porque "tomó una inmensa deuda sin generar más producción con la cual obtener los dólares imprescindibles para pagarla", así como a los acreedores porque "tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha fracasado en todo el mundo una y otra vez".

Por último, también criticó indirectamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) por irresponsable, al plantear que "no vamos a repetir la triste historia de misiones de técnicos imprudentes que prometen planes que no pueden cumplir y toman decisiones que luego terminan comprometiendo el destino de millones de argentinas y argentinos".

Fernández también venía cuestionando que la deuda se utilizó durante los años de Macri para financiar la fuga de capitales. En el mismo sentido, cuando el exministro, Luis Caputo, visitó en abril de 2018 la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa en el Congreso Nacional, Axel Kicillof impugnó, entre otras cuestiones, la emisión de un bono a cien años que benefició a un fondo de inversión del que Caputo había sido integrante.

Pero a pesar de las críticas, la resolución que plantea el gobierno entrante es de pagar la deuda, renegociada o no, sin proponer siquiera una auditoría del uso y destino que tuvo la deuda. "El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo", afirmó Fernández.

¿Aceptar la deuda sin más y legitimarla, pagando cada dólar?

Tampoco queda abierta la perspectiva de revisar el propio acuerdo con el FMI, que en 2018 había sido objeto de críticas por el kirchnerismo por no haber pasado por la aprobación del Congreso.

Este préstamo cuenta además con otras enormes irregularidades ya que no fue ratificado siquiera con un decreto presidencial, una firma de algún funcionario responsable en ninguna norma legal, ni un detalle institucional, trasparente y público, de lo acordado con el organismo. El periodista Horacio Verbitsky mostró todas estas irregularidades y definió que el acuerdo está "flojo de papeles".

Por el contrario, el presidente dispuso que buscarán "una relación constructiva y cooperativa con el Fondo Monetario Internacional y con nuestros acreedores". Desde ya, repudiar al organismo, garante de los negocios del capital financiero internacional, está fuera de toda discusión en dicho planteo.

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Especialistas en deudas soberanas insisten en que se trata de una "deuda odiosa" o ilegítima. "El pueblo argentino no tiene por qué hacerse cargo", afirma el economista belga Eric Toussaint, perteneciente a la red internacional que aboga por la anulación de la deuda del Tercer Mundo.

Para él, Argentina debería desconocer el acuerdo con el FMI: “Macri no tenía potestad para firmarlo y el FMI fue contra sus propios estatutos y bajo presión de Trump para dar semejante crédito, porque además conocía las consecuencias", sostuvo a Página 12.

Además, señaló en una entrevista para La Izquierda Diario que “lo importante es el uso que se hace con la deuda y si la deuda ha sido contraída para un uso que es contrario al interés de la nación, o del pueblo, o del Estado, esa deuda es odiosa al pueblo”, independientemente si el gobierno que la tomó fue democrático o cual fue la naturaleza del gobierno.

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Algo similar sostiene Claudio Lozano, en su libro sobre la "deuda ilegítima", recientemente entrevistado en Reperfilando, el programa de economía de La Izquierda Diario.

Con una deuda llena de irregularidades y fundamentalmente porque se usó para sostener un modelo de ajuste sobre las mayorías trabajadoras y significó negocios para los especuladores, la pregunta lógica que se abre es para qué convalidarla.

Aún, en el mejor de los casos, bajo la figura del nuevo ministro de Economía Martín Guzmán, si se logran dos años de gracia para pagar los vencimientos, ¿no sería lo más sensato realizar al menos una auditoría que evidencie en qué se utilizó el financiamiento?

"Necesitamos aliviar la carga de la deuda para poder cambiar la realidad. Debemos volver a desarrollar una economía productiva que nos permita exportar y así generar capacidad de pago", afirmó Fernández. El mensaje es claro y parece razonable, pero "aliviar" la carga de la deuda no es sinónimo de solucionar el problema, sino de patearlo hacia adelante, lo que generaría un cuello de botella igualmente imposible de pagar. Los fondos buitre no estarán dispuestos a aceptar un canje que no sea redituable.

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Presupuesto 2020 y deuda: hay prioridades y prioridades

Por último, en relación a la deuda Fernández aclaró que no darán tratamiento parlamentario al Presupuesto Nacional para 2020. "Sus números no reflejan ni la realidad macroeconómica, ni las realidades sociales, ni los compromisos de deuda que realmente han sido asumidos", sentenció. El corolario de esta decisión de postergar la discusión presupuestaria en el Congreso, es seguir manteniendo vigente el Presupuesto de "déficit cero" del año 2019.

"Un presupuesto adecuado solo puede ser proyectado una vez que la instancia de negociación de nuestras deudas haya sido completada y, al mismo tiempo, hayamos podido poner en práctica un conjunto de medidas económicas, productivas y sociales para compensar el efecto de la crisis en la economía real".

Es que hay un tema que atraviesa de fondo cualquier política pública: hasta tanto no se sepa cuánto habrá que desembolsar en intereses y capital de deuda, no se sabe cuánto "resto" quedará para las políticas económicas, para las partidas del gasto, para las áreas sociales. En última instancia, la determinación central y la prioridad la sigue teniendo la "voluntad" de honrar la deuda.

Por ello, por esta restricción presupuestaria, es que Fernández no anticipó por el momento ninguna política concreta de expansión del gasto o de recomposición de lo perdido por Macri, solo lineamientos generales. La restricción no es otra cosa que la negociación de la deuda y el visto bueno de las metas de ajuste por parte del FMI. ¿Cuál será el nivel superávit fiscal que pedirá el organismo y los acreedores a cambio de aceptar una extensión de plazos? ¿1 % del PBI, 2 % del PBI?

Queda aún por verse cuál es el camino de estas negociaciones. Pero las contradicciones implicadas y las prioridades políticas están sobre la mesa.


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